La quema del Año Viejo el día 31 de Diciembre es una
tradición muy extendida en todos los países del continente suramericano, desde México
hasta Argentina. El año que termina (Año Viejo) es representado por un muñeco,
llamado Monigote o Don Monigote, echo de ropas viejas, paja, cartón, papel,
etc… Aún que este suele tener forma humana, no hay limitaciones y también puede
representar a un animal o un objeto. Su talla va desde unos centímetros hasta
más de dos metros para los más vistosos. El relleno del Monigote puede contener también toda clase de petardos o artefactos pirotécnicos. También existen Don Monigote listos para quemar, de pequeño tamaño y que vienen con todos los ingredientes en una misma
caja. Estos están hechos especialmente para ser quemados en casa o en espacios reducidos.
En la mayoría de los casos, los Monigotes se elaboran en
familia y se sacan a la calle el 31 de diciembre durante el día, en concursos
locales y desfiles. A medianoche, las familias queman sus Monigotes en un
ritual de purificación para dejar atrás todo lo malo y lo negativo sucedido en
el año que termina y celebrar la llegada del nuevo año. Otra de las finalidades
de este ritual es alejar la mala suerte y propiciar buenos acontecimientos y
que se cumplan los deseos (especialmente en los campos de la Salud, del Amor,
del Dinero o de la Suerte) para el nuevo año que empieza. Don Monigote se suele
quemar acompañado de hierbas aromáticas y de un testamento en el que se anotan
todos los hechos que se quieren dejar atrás.
La quema de Don Monigote se hace en un ambiente festivo y
familiar, a menudo durante la cena de nochevieja, donde se reúne toda la
familia.